miércoles, 23 de junio de 2010

CAPÍTULO III: Las cosas cambian

Me acabo de acordar de que no te he contado nada sobre mi oficina, tiene historia propia, y quieras o no te la voy a contar: Hace muchos años, cuando llegué a esta ciudad y acepté mi primer caso, siendo parte del cuerpo de policía, conocí a un agente a punto de jubilarse, cuyo humor negro y perfeccionismo, hicieron que se convirtiera en mi “segundo padre”, me enseñó todo lo que sabía y me trataba como si fuera la hija que nunca tuvo, decía que para luchar por la justicia había que ser muy fuerte y que también había que renunciar muchísimas cosas, su trabajo siempre fue su vida y eso provocó que se quedara solo. Era una gran persona y un mayor profesional, sus consejos me han servido de mucho todo este tiempo. Cuando le comenté mi idea de trabajar por mi cuenta me dio una llaves y me dijo: “Piso veintidós, ya sabes lo que pienso, sé que puedes conseguirlo”. Tenía problemas de salud y su adicción al tabaco hicieron que empeorara, decidió que su “pequeña”, como solía llamarme, fuera su única heredara cuando él me dejara, me hizo sentirme como en casa estando lejos de ella, y eso, querido lector, nunca podré parar de agradecérselo.


Una vez subidos los más de veinte pisos que conducían a mi oficina en ascensor (gracias, al maravilloso genio que inventó el ascensor), me percaté de que habían muchos más candidatos de los que pensaba que probarían suerte a la puerta de la misma.



A primera vista, pude afirmar que sólo unos pocos serían capaces de superar el reto que le auguraba. Destacaban tres “barbies” rubias y de expresión confiada, un par de gorilas, que más que policías o detectives parecían haber salido recientemente de la cárcel y otros individuos que no me transmitían prácticamente nada. Excepto una persona, únicamente uno de los allí presentes me llamó la atención. Sus ojos azules me hicieron pensar que ya le conocía, tenía la sensación de que ese hombre tan terriblemente atractivo (y, sinceramente, no sabes cuánto) era especial, por alguna razón que desconocía… Creo que ya sé quién será mi ayudante. No me pongas esa cara, me ofende que dudes de mi criterio, lo profesional y lo personal siempre deben ir aparte, bello lector, suponía que ya me conocías algo mejor.



Antes de entrar, decidí que lo mejor era explicar de antemano qué suponía ser mi ayudante, para luego proceder al interrogatorio individual, buena idea ¿no?:
Nayara: Soy Nayara, la mujer de cuya madre se acordará aquel que consiga el puesto. No sé si los que estáis aquí sabréis cuál es la función de mi subordinado, en principio, su labor será investigar conmigo todo tipo de crímenes y atender a mis llamadas. Es importante que tengáis en cuenta que este no es, ni por asomo, el trabajo ideal, aquel que consiga el puesto tendrá que lidiar con asesinos y psicópatas, además no tendrá horario fijo, trabajará cuando se le necesite sin importar día u hora, y cabe destacar que el salario que os ofrezco no es sobresaliente ni mucho menos. Así que el/la guapo/a que trabaje conmigo deberá estar SIEMPRE disponible, ¿alguna pregunta antes de comenzar con las entrevistas individuales?”.
Aspirante: ¿Qué le pasó a la persona que ocupaba el puesto?
N: Se suicidó. Este trabajo implica mucha presión y mucha responsabilidad, estudiábamos una desaparición que acabó siendo un secuestro, él cometió un error y perdimos la pista de la víctima, no pudo perdonárselo así que acabó con su culpa con su propia pistola… Bien, si me disculpan mi tiempo es realmente limitado y si no hay más preguntas voy a proceder con el interroga… Digo, con la entrevista.



Una de las chicas parecía asustada, y parecía querer decir algo su mirada me transmitió miedo así que la incité a hacer la pregunta que todos estaban pensando:



N: Usted, la del jersey rojo, ¿quiere compartir o preguntar algo?
Otro aspirante: [Dudando si contestar o no]… ¿Hay muchas posibilidades de morir ocupando este puesto?
N: [Sabía que iba a preguntar eso] Yo tengo el testamento escrito, las personas que trabajamos en el sector de la seguridad vivimos abrazados a la muerte, lo único que evita en la mayor parte de los casos que acabemos bajo tierra es la valentía de cada uno, porque, señores, aquel que tenga miedo a morir mañana debe salir por esa puerta y aceptar que este, no es su trabajo. Así que invito a todos aquellos que venían con la idea de que todavía les queda mucha vida por delante a salir de este lugar, yo haré como si nunca hubieran estado aquí.



Tras mis palabras, muchos reflejaban dudas en sus caras y, para mi sorpresa, dos chicas y un hombre salieron de aquella habitación sin decir ni una palabra, sinceramente, lo entiendo.



A continuación, eché un vistazo rápido a mis candidatos, parecían decididos. No sé tú lector, pero yo nunca había visto tan de cerca un suicidio colectivo. Algo llamó nuevamente mi atención, el hombre de los ojos azules (sí, el tremendo hombre de los ojos azules), no apartaba sus ojos de mí, y eso, me inquietaba profundamente. Bien, dejémonos de una vez de estupideces, las “entrevistas” se llevarían a cabo en el cuarto de los interrogatorios, como ya te comenté, es una de mis salas preferidas.



La primera aspirante se llamaba Helen, y creo que se equivocó de entrevista de trabajo. Daba el perfil de rubia tonta y, antes de que digas nada, no soy asidua a los estereotipos pero esta chica era tonta pero tonta de verdad, ni siquiera tenía alguna cualidad o aptitud que me indicará que podía ser una buena candidata, su formación era prácticamente nula y encima, parecía que venía al casting de Gran Hermano: “Hola me llamo Helen y creo que soy la chica que busca”. Levanté la ceja derecha y directamente respondí: “No das el perfil”. Lo siento muchísimo por la rubia pero no soy la directora de un “reality-show”.



El siguiente en pasar fue Samuel, era un hombre muy fuerte por fuera y apostaría lo que fuera a que también por dentro, era un buen candidato pero no me convenció del todo, creo que le faltaba algo, si voy a pasar todo el tiempo con una persona debe transmitirme algo pero a Samuel le faltaba una chispa, algo que lo diferenciara y, por desgracia no la tenía.



Luego pasó una mujer rubia de ojos claros bastante activa e inquieta. Su nombre era Deborah y, pese a su imagen de modelo, tenía un currículum militar muy interesante, era sargento y además se había licenciado en derecho. Seguro que te estás haciendo la misma pregunta que yo: ¿Qué hace aquí? Tras formularle mi pregunta, afirmó ser adicta al riesgo y me comentó que necesitaba un cambio de aires. Ella sí que tiene lo que hay que tener, creo que sería una gran ayudante.
Daniel o “Rubio” era el penúltimo candidato. Nos conocimos antes de venirme para acá y, para mi sorpresa, no había cambiado nada. Su filosofía era realmente simple: pasar de todo y todos; y así era feliz, pero a mí me estresaba muchísimo su pasividad. Hablamos un rato y creo que podría enchufarlo como funcionario en algún lugar, tengo la sensación de que está hecho para hacer poco, qué irónico ¿no?



Finalmente, entró el candidato más esperado, el chico de los ojos azules el cual me resultaba familiar, ¿conoces de algo a este hombre lector? Pues si tú no lo conoces y yo creo que tampoco, espero que no sea uno de los criminales que he encerrado y busque venganza. Averigüémoslo:
Nayara: Buenas tardes, ¿sería tan amable de presentarse?
Toni: Sí, mi nombre es Antonio, pero prefiero que me llamen Toni.
N: Encantada Toni, ¿a qué se dedicaba antes de hoy?
T: Era militar, general, para ser exactos.
N: Bien, ¿y qué puede ofrecer o qué aptitudes cree tener para el puesto?
T: Además de mi formación militar tengo conocimientos financieros, trabajé un tiempo en el FBI y domino varios idiomas.
N: Vaya, muy interesante y ¿qué le ha hecho venir aquí?
T: Pues, quiero separarme del gobierno, ir por libre, ya sabe. Y hay otra razón… Bueno, olvídelo. [Entonces, bajó la mirada y sonrió de manera pícara]
N: ¿Qué otra razón puede haber?
T: Usted es mi razón.
N: [No me esperaba para nada esa respuesta] ¿Perdón?
T: [Entre carcajadas] Cuando estaba en el FBI se hablaba mucho de la detective canaria y siempre he querido conocer a esa mujer que ha sorprendido al mismísimo presidente.
N: ¿De verdad? [No pude evitar reírme] Como verá, no soy gran cosa.
T: Se equivoca, es usted mucho más increíble de lo que me imaginaba.
N: No será usted alcohólico ¿no?
T: [Riendo] Para nada, simplemente me gusta decir lo que pienso sin más, la sinceridad es algo importante para ser una persona completa.



En ese momento lo tuve claro, era el hombre de mi vida. No entiendo de qué diablos te ríes lector, lo sé, soy una estúpida, pero es que es tan perfecto… Creo que ya sé quién será mi ayudante. ¡No! No pienses que me he dejado engatusar, lector con mala leche. Solamente con su formación, tengo argumentos suficientes para escogerlo a él y, ¿sabes qué? soy feliz siendo la jefa e ignorando tus pensamientos querido lector.



Seguidamente le dediqué una misteriosa sonrisa a mi nuevo y atractivo ayudante y le acompañé a la biblioteca donde me reuní con todos los demás para comunicar mi acertada (me da igual tu opinión) decisión. Acompañé a la tropa a la salida y detuve a Toni, él debía quedarse para conocer un poco mejor su nuevo lugar de trabajo y obviamente, para conocerle un poquito mejor. Cuando cerré la puerta y nos quedamos solos, me sentí por un momento enganchada a ese hombre, me encantaba su olor y su presencia me hacía sentirme bien, por primera vez en algún tiempo no me sentía sola.



Le di una visita turística por mi oficina, y ya que estoy, te la describo a ti también para que te sitúes: Se trata de un piso en un rascacielos (comentario lógico: no va a ser una casa terrera si tengo que subir más de veinte pisos para llegar a él), consta de un despacho con una enorme vidriera y que además del típico escritorio tiene muchísimas estanterías repletas de novelas de crimen y misterio, género que nos apasionaba al antiguo dueño y a mí. También tengo un cuarto de interrogatorios, provisto de micrófonos y cámaras, que además está decorado tétricamente a conciencia y como no, posee una preciosa puerta blindada (no sería la primera vez que tengo que actuar rápido y no tengo donde meter a una mole de dos metros perteneciente a algún tipo de mafia; y por último, tengo un salón con un sofá-cama, un mini-bar, una gran televisión y otros caprichos, es el lugar donde he pasado muchas noches, por ejemplo si un crimen necesitaba ser investigado a conciencia, me pasaba la noche en el despacho aunque también he pasado muchos días y muchas noches en esta habitación en compañía de mi antiguo ayudante, pero me reservó estas historias para otro momento. ¿Satisfecho con la descripción? ¡Te he visto! ¡Has puesto los ojos en blanco! Qué poca vergüenza, yo te intento introducir en la historia con lujo de detalles para que seas parte de ella, dejándome la piel en cada descripción y tú me lo agradeces así, poniendo malas caras. ¡Lectores malagradecidos!, son la pesadilla de todo escritor.
Como te decía antes de tu ofensa hacia mi persona, le enseñé el lugar y luego nos sentamos a charlar en la salita:
Nayara: Te advierto que vas a pasar los próximos meses conmigo y sólo conmigo, por lo que pueden convertirse en los peores meses de tu vida. Me atrevería a afirmar que en menos de una semana me llamarás de todo menos bonita cuando no esté delante.
Toni: [En tono divertido] Lo dudo señorita “Cruella Devil”.
N: Queda usted advertido.
T: Me gustaría que me tuteara, el trato de usted me recuerda al Ejército. Y además, si lo que acaba de decir es cierto, deberíamos tener un trato informal ya que prácticamente viviremos atados.
N: No me parece mala idea, me encantaría saber más cosas de ti.
T: Dispara.
N: En este trabajo disparo muy a menudo [reí, chiste fácil].
T: Sí, creo que no fue la expresión más adecuada ¿no?
N: Creo que no. Oye y ¿cómo encaja tu familia que tu trabajo pase a ser tu vida?
T: Estoy soltero y mi familia está en otro país, es decir, que no tengo a quien dar explicaciones.
N: Inmigrante y solitario, me resulta familiar.
T: Me fui buscando algo que consiguiera llenarme.
N: ¿Crees haberlo encontrado?
T: [Me miró fijamente] Tal vez este trabajo sea la respuesta.
N: [En ese momento, miré mi reloj] Otro problema con el que te vas a encontrar en este trabajo llamará en 5, 4, 3, 2…



Rin, rin… Rin, rin… Piiii… Nayara soy yo otra vez, ¿¿dónde estás??




Mi peor pesadilla, la rata submarina, siempre aparece cuando Nadie le llama y como siempre, echando por tierra cualquier momento interesante en mi vida, a veces creo que me vigila o que me conoce tan bien que sabe lo que estoy haciendo en todo momento.
T: ¿Quién es ese?
N: Es la rata submarina.
T: ¿Perdón?
N: Mi ex, más conocido como: rata submarina.
T: [No podía parar de reír] ¿Por qué lo llamas así?
N: Porque es una rata y es nadadora olímpica.
T: [Recomponiéndose de las carcajadas] ¿Cómo se llama realmente?
N: Salvador Yanak.
T: [De repente se puso muy serio, así, sin más] Tú eras la novia de Salvador.
N: Sí, ¿le conoces?
T: Entonces eres tú.
N: [¿Quién soy yo? ¿Quién es él? Lector, ¡¿quién eres tú?!] No entiendo… ¿Soy yo?
T: No sé cómo no me fijé antes. Nayara, tú y yo nos conocíamos antes del día de hoy.
N: Creo que no fuiste del todo sincero cuando dijiste que no eras alcohólico, amigo. Además, estoy segura de que si te conociera, te recordaría.
T: Vaya princesa, veo que lo tuyo sigue siendo la ironía y, especialmente, la sutileza.
N: ¿Princesa?


¡UN MOMENTO! Ya sé qué pasa, él era uno de los mejores amigos de la rata y fue mi amigo durante mucho tiempo hace ya muchos años, perdimos el contacto cuando yo entré en la universidad por muchos motivos, años después Yanak vino a buscarme y decidimos emprender juntos una aventura y por desgracia, el camino que seguimos acabó antes de lo que esperábamos. Toni siempre fue especial para mí pero nunca tuvimos la oportunidad o, mejor dicho, no nos decidimos a pasar página en nuestras respectivas historias. Me sorprende que se haya decidido a venir aquí, Yanak y él estaban tan unidos que se podría decir que como la rata se entere de que trabaja para mí, la cosa puede caldearse… ¡ME ENCANTA!



N: No me lo puedo creer, ¡ahora caigo!
T: No imaginaba que fueras tú la famosa canaria de la que todos hablan, sigues siendo la sensación allá por donde vas, morena. Pero hay algo que no veo claro: ¿Por qué lo dejaron Yanak y tú?
N: Ya le conoces, sus instintos de ligón son más fuertes que todo lo demás.
T: Pero se supone que estaba realmente enamorado de ti. Cuando me dijo que iba a buscarte pensé que había cambiado, sabía que tú le querías y todos creíamos que él a ti también, confiábamos en que tú eras la mujer que lograría hacer que se centrara por fin.
N: ¿Qué Salvador se centrara? ¡No me hagas reír! Siempre fui la tonta que se enamoró del chico incorregible y que soñaba con cambiarlo con un poco de cariño. Al principio yo también creí que me quería, era todo perfecto, nuestra vida parecía sacada de un guión de una de esas películas románticas de Hollywood que te sacan un suspiro. Pero eso se acabó, estoy cansada de sentirme estúpida y de creerme sus mentiras.
T: Lamento que las cosas no hayan salido como esperabas, pero ya sabes lo que dicen: las cosas cambian. Seguro que pronto llegará “esa persona” y verás que todo mejorará fácilmente.
N: [Qué amable, “esa persona” puede ser él ¿a ti no te pega conmigo? Centrémonos lector] Olvidemos este tema de momento, y digo de momento porque sé que Yanak no parará de molestarme hasta conseguirme una sustituta o hasta que se le pase el capricho. Me gustaría que fuéramos juntos a una cena en un par de horas, el presidente español me ha invitado para agradecer que le proteja, y sería interesante que le conocieras y comenzaras a trabajar.
T: No hay problema. Volveré aquí en dos horas e iremos juntos, ¿te parece?
N: Vale, hasta después entonces.



A mis palabras les sucedieron un par de sonrisas cálidas y una mirada tierna por su parte. Él se marchó y después de cerrar la puerta pensé: Vuelvo a estar sola. Mientras imaginaba lo maravilloso que habría sido poder invitar a mi nuevo ayudante a probar un abrazo, una caricia o tal vez un beso, y cambiar así mis ganas de llorar, parando los dolorosos recuerdos que inundaban mi mente. Y es que hubo una época en que Yanak era mi vida, me bastaba un segundo hablando con él para sentirme amada, me bastaban sus sonrisas para ser feliz y me bastaba su compañía para completarme. Pero un buen día dijo: “Las cosas cambian”, y tenía razón él nunca me ha querido y yo nunca le perdonaré a pesar de seguir queriéndole, y aunque hayamos vivido grandes momentos juntos, aunque en cada esquina encuentre algo de él o algo nuestro, no voy a volver a caer porque el amor es cosa de dos, y yo soy una sola mujer que ya encontrará aquel que quiera reconstruir lo que Yanak rompió.



Querido lector, la vida es un asco.






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